15 días / 14 noches

Plazas disponibles

Desde 2980€ (Según fecha)

Un viaje épico por un país que lo tiene todo: desiertos surrealistas, oasis entre dunas, ruinas ancestrales, volcanes, cóndores, montañas de colores y, por supuesto, la joya de la corona: Machu Picchu. Desde la costa del Pacífico hasta los Andes más profundos, viviremos un torbellino de paisajes, sabores y culturas. Volaremos sobre misterios, haremos sandboard en el desierto, navegaremos en el lago navegable más alto del mundo y caminaremos hasta rozar el cielo. Conoceremos la historia del imperio inca en primera persona, dormiremos en pueblos perdidos entre montañas y nos dejaremos envolver por la energía única de Cusco. Un viaje intenso, variado y alucinante. Perú no es solo un destino… es una experiencia transformadora.

Highlights

Islas Ballestas y Oásis huacachina

Navegamos entre lobos marinos y pingüinos para después lanzarnos en sandboard por dunas gigantes. Naturaleza, aventura y desierto puro.

Sobrevuelo de las líneas de Nazca

Vemos desde el cielo figuras gigantes marcadas en el desierto hace miles de años. Un momento entre arqueología y ciencia ficción.

Cañón del Colca y vuelo del cóndor

Recorremos uno de los cañones más profundos del mundo y presenciamos el majestuoso vuelo de los cóndores andinos. Naturaleza en estado salvaje.

Machu Picchu y Montaña de 7 Colores

Tocamos dos de los paisajes más icónicos del planeta: el misterio de Machu Picchu y la locura cromática de Vinicunca. Magia andina al 100%.

Itinerario

Día 1 Rumbo a lima
avión sobrevolando un cielo azul y rosado

Aterrizamos en la capital peruana, esa megaurbe vibrante que mezcla historia colonial, modernidad caótica y una escena gastronómica que da la vuelta al mundo. Dependiendo de la hora de llegada, nos instalamos en el hotel y salimos a dar una vuelta ligera por el barrio de Miraflores o Barranco, dos de los más cool de la ciudad. Paseos frente al Pacífico, arte callejero, tienditas independientes y atardeceres con brisa marina. Hoy el objetivo es sencillo: aclimatarnos, comer rico y empezar a sentir ese cosquilleo de que la aventura acaba de comenzar.

Amanece en Lima y arrancamos con energía, dejando atrás el bullicio de la capital. Tomamos rumbo sur por la mítica Panamericana, esa carretera infinita que atraviesa el país pegada al Pacífico. A medida que avanzamos, el paisaje se transforma: del cemento pasamos al desierto costero, un horizonte de dunas, arbustos secos y océano que aparece a ratos, como un espejismo azul. Ventanas abiertas, música suave, viento en la cara y la emoción del viaje empezando de verdad.

Llegamos a Paracas, un rincón donde el mar y el desierto se funden con una elegancia brutal. Aquí todo huele a sal, libertad y aventura. Paseamos por su malecón entre barquitos de pescadores y pelícanos despreocupados, y si el tiempo lo permite, nos adentramos en la Reserva Nacional de Paracas: un paraíso de paisajes lunares y acantilados rojos que caen directo al mar. Flamencos que parecen pintados, dunas infinitas y el sol bañando todo de dorado. Es solo el segundo día, pero Perú ya empieza a brillar con luz propia.

Con el sol saliendo sobre el Pacífico, zarpamos en lancha hacia las Islas Ballestas, conocidas como las Galápagos peruanas. El trayecto es una postal en movimiento: agua turquesa, formaciones rocosas esculpidas por el tiempo, y una fauna que parece salida de un documental. Vemos leones marinos dormilones tomando el sol, pingüinos de Humboldt caminando torpemente, y cientos de aves cubriendo el cielo como una nube viva. Todo esto, mientras el mar nos salpica y el viento nos despeina con estilo.

Dejamos atrás el mar para adentrarnos en el desierto más inesperado: Huacachina, un oasis real rodeado de dunas colosales. Entre palmeras y lagunitas, nos preparamos para un subidón de adrenalina: buggy a toda velocidad por las dunas y sandboard cuesta abajo, gritando y riendo. El atardecer aquí es de película, con el sol tiñendo la arena de tonos naranja, rosa y oro. Cerramos el día con los pies enterrados en la arena y una sonrisa imposible de borrar. Esto ya no es un viaje… es una experiencia salvaje y mágica.

Hoy vivimos uno de esos momentos que parecen sacados de un sueño arqueológico. Subimos a una avioneta y volamos sobre las enigmáticas Líneas de Nazca, esos geoglifos gigantes que llevan siglos confundiendo a historiadores, viajeros y soñadores. Desde el aire, vemos con claridad al colibrí, al mono, a la araña… figuras trazadas con una precisión imposible sobre la inmensidad del desierto. El corazón late fuerte y la cabeza vuela aún más alto. ¿Quién las hizo? ¿Por qué? El misterio queda en el aire.

Después, bajamos a tierra para explorar las ruinas de Chauchilla, un cementerio ancestral donde momias reales descansan al aire libre, y Cahuachi, un antiguo centro ceremonial cubierto por el polvo del tiempo. Aquí el silencio pesa, el sol pega fuerte, y uno siente que el pasado aún respira entre las piedras.

Al anochecer, nos despedimos del desierto y nos subimos al bus nocturno rumbo a Arequipa. El cuerpo cansado, la mente alucinando, y el alma llena de preguntas bonitas. El viaje se pone cada vez más intenso.

Despertamos en una joya del sur peruano: Arequipa, la ciudad blanca. Aquí todo se siente elegante, sereno y lleno de historia. Flanqueada por volcanes majestuosos como el Misti, esta ciudad nos recibe con arquitectura colonial de sillar blanco, calles empedradas y un clima ideal. Paseamos por su centro histórico, Patrimonio de la Humanidad, descubriendo plazas llenas de vida, iglesias antiguas y balcones llenos de flores.

La joya del día es el Monasterio de Santa Catalina, una especie de ciudad dentro de la ciudad, con pasajes de colores intensos, patios escondidos y una paz que se respira en cada rincón. También tenemos tiempo para probar la gastronomía local, una de las más sabrosas del país: rocoto relleno, chupe de camarones o pastel de papa con ají. Todo con sabor a hogar y a tradición.

Arequipa no se recorre… se saborea despacio. Y cuando crees que no puede ser más bonita, el cielo se tiñe de naranja con los volcanes al fondo. Un lugar que se queda contigo mucho tiempo después de irte.

Hoy toca madrugar con ganas, porque nos espera uno de los paisajes más imponentes del viaje: el Cañón del Colca. Muy temprano nos vienen a buscar para comenzar esta excursión que, aunque intensa, nos regala estampas de esas que se quedan grabadas para siempre. La carretera serpentea entre volcanes y valles verdes, cruzando pequeños pueblos que parecen detenidos en el tiempo. Pasamos por altiplanos donde las alpacas pastan en libertad y donde, si tenemos suerte, veremos cómo se forma el hielo sobre los charcos en medio del amanecer.

El gran momento llega en el mirador de la Cruz del Cóndor, donde si el clima está de nuestro lado, veremos planear a estos gigantes andinos a solo unos metros de distancia. El paisaje es brutal: paredes de más de 3.000 metros de profundidad que cortan el aliento y el vuelo sereno de los cóndores, símbolo sagrado de los Andes, que nos deja con la boca abierta.

Después de este subidón visual, continuamos hacia Chivay, donde para terminar el día podremos darnos un baño relajante en las aguas termales de La Calera. Imagínate sumergido en una piscina de agua caliente natural, rodeado de montañas, mientras el sol comienza a caer. Es el broche perfecto para un día que lo tiene todo: madrugón, aventura, altura, emoción y relax. Esta noche dormimos en Chivay, un pequeño pueblo andino con encanto, antes de seguir rumbo al altiplano.

Nos despedimos de Chivay con la mochila llena de paisajes y el cuerpo ya aclimatado a la altura. Hoy seguimos hacia el corazón del altiplano peruano: la ciudad de Puno, a orillas del mítico lago Titicaca. Pero no será solo un trayecto de transporte… el camino en sí es una experiencia.

Durante la ruta, el paisaje se transforma. Dejamos atrás los valles profundos del Colca para adentrarnos en la inmensidad del altiplano: llanuras interminables, volcanes en el horizonte y pueblos perdidos donde la vida sigue el ritmo del sol. Hacemos varias paradas para estirar las piernas, tomar fotos y observar la fauna local: llamas, vicuñas, flamencos y quizá alguna vizcacha curiosa.

Al llegar a Puno, nos instalamos y damos un pequeño paseo para aclimatarnos. El aire es más frío y la ciudad tiene ese ambiente auténtico de los pueblos altoandinos. Si las energías lo permiten, podemos aprovechar para cenar algo típico: una buena sopa caliente o un chupe de quinua para entrar en calor. Mañana nos espera el majestuoso Titicaca, así que esta noche toca dormir bien y soñando con el lago sagrado.

Hoy nos espera uno de esos días que parecen salidos de un cuento andino. Por la mañana nos embarcamos rumbo al lago Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, un espejo de agua sagrada para los antiguos incas y aún hoy un lugar lleno de alma. El aire aquí es distinto: más puro, más frío, más cercano al cielo. Las aguas tranquilas del lago reflejan el azul intenso del cielo mientras nos acercamos a las famosas islas flotantes de los Uros.

Estas islas no son tierra firme, sino plataformas construidas enteramente con totora, una planta que crece en el mismo lago. Caminamos sobre los crujientes juncos, conocemos de cerca a las familias que habitan aquí desde tiempos remotos y admiramos sus barcas típicas, también hechas de totora. 

Tras despedirnos de los Uros, continuamos nuestra ruta hacia Amantaní, una isla donde la vida se mueve a otro ritmo. Aquí no hay coches, ni ruido, ni prisa: solo senderos de tierra, campos cultivados a mano y miradores naturales que quitan el aliento. Al llegar, tomaremos nuestro almuerzo típico y visitaremos esta maravillosa isla. Posteriormente regresaremos a Puno en nuestra embarcación tras haber vivido un día de ensueño.

Buenos días, tras un rico desayuno nos despedimos de Puno y tomamos un transporte para continuar nuestra viaje hacia Cuzco, convertiremos el trayecto en una ruta escénica con paradas que valen oro. 

Empezamos por Pukara, un sitio arqueológico rodeado de misterio; seguimos hacia el paso de La Raya, a más de 4.300 metros, donde los Andes muestran su versión más imponente y los colores del altiplano se mezclan con cielos infinitos. En Raqchi visitamos el Templo de Wiracocha, un lugar que sorprende por sus dimensiones y su energía antigua. Y en Andahuaylillas nos espera una iglesia barroca decorada como si fuera una caja de joyas: frescos, pan de oro y techos pintados con devoción.

Llegamos a Cusco sintiendo que estamos entrando en territorio sagrado. El corazón del imperio inca nos recibe con calles empedradas, balcones coloniales y una vibra que no se puede describir. Solo se siente.

Salimos temprano de camino a uno de los rincones más surrealistas y emocionantes de todo Perú: la Vinicunca, también conocida como la Montaña de 7 Colores. El trayecto en carretera nos regala paisajes altiplánicos, rebaños de alpacas que parecen salidos de un cuento andino y un cielo que empieza a teñirse de tonos rosados mientras amanece. El aire es frío, seco, y se nota que estamos a más de 4.000 metros. Respiramos hondo y comenzamos la caminata.

Nos cruzamos con pastores de llamas, niños que saludan envueltos en ponchos coloridos y montañas que parecen hechas de terciopelo. A cada tramo, el paisaje se transforma: valles silenciosos, riachuelos que serpentean entre el hielo, y finalmente… la gran joya.

Ahí está. La Vinicunca. Un arcoíris petrificado entre los Andes. Rojo, turquesa, mostaza, lila… capas y capas de minerales que han dado forma a una montaña que parece irreal. Nos quedamos hipnotizados por tanta belleza, nos tomamos un momento para simplemente estar ahí. Respirar. Sentir.

La bajada es más liviana y la sensación de logro nos da alas. De vuelta en la van, con las mejillas rojas y los ojos llenos de colores, emprendemos el regreso a Cusco. Al llegar, el bullicio de la ciudad nos envuelve con cariño. Esta ciudad mágica, con sus calles adoquinadas y su mezcla de culturas, nos recibe como un abrazo cálido después de un día inolvidable. 

Nos adentramos en un rincón sagrado de los Andes, donde la naturaleza desborda belleza y el legado inca se respira en cada piedra. El Valle Sagrado nos recibe con paisajes que parecen salidos de una postal: ríos que serpentean entre montañas majestuosas, campos cultivados con técnicas ancestrales y pueblitos donde el pasado sigue latiendo con fuerza. Empezamos en Pisac, con su mercado artesanal lleno de colores, aromas y tejidos que cuentan historias. Luego, subimos al complejo arqueológico, colgado sobre el valle, con terrazas infinitas y vistas que cortan la respiración.

Seguimos hacia Ollantaytambo, una joya viva del mundo inca. Sus callecitas empedradas, sus canales de agua aún en uso y su imponente fortaleza construida con bloques gigantes hacen que uno se pregunte cómo lo hicieron. Aquí se siente algo especial… una energía que te envuelve y te conecta con la tierra. Al atardecer, abordamos el tren que, entre montañas verdes y ríos salvajes, nos lleva hasta Aguas Calientes, el pequeño pueblo a los pies de la joya del Imperio. El ambiente está cargado de emoción. Mañana nos espera Machu Picchu… y eso ya se siente en el pecho.

Todo el cuerpo vibra distinto. Es el día. Madrugamos con la emoción a flor de piel y ascendemos poco a poco por la montaña, rodeados de niebla espesa, selva húmeda y silencio expectante. Y, de pronto, ahí está: Machu Picchu, la ciudad sagrada, asomando entre las nubes como un susurro de los dioses.

Nos adentramos en esta maravilla del mundo con los ojos muy abiertos y el corazón aún más. Caminamos por sus templos sagrados, terrazas infinitas y escalinatas imposibles, mientras el guía nos va revelando los misterios que envuelven su historia. ¿Fue un observatorio astronómico? ¿Un refugio espiritual? ¿Un palacio escondido? Sea lo que sea, lo cierto es que se siente como otro mundo, suspendido entre cielo y tierra. Porque Machu Picchu no se visita, se vive. Y será un recuerdo para siempre. 

Tras la visita bajamos a Aguas Calientes para tomar el tren de vuelta a Cusco. Exhaustos, felices, transformados. Es imposible no sonreír.

Después de días tan intensos, hoy bajamos el ritmo y nos dejamos abrazar por la energía tranquila y encantadora de Cusco. Sin horarios, sin prisas, solo la libertad de explorar a nuestro aire. Caminamos por el barrio de San Blas, entre cafés con encanto, artistas callejeros y balcones coloniales llenos de flores. Entramos a tiendas locales, descubrimos rincones secretos, nos perdemos a propósito.

Visitamos el mercado de San Pedro para probar un jugo recién hecho o comprarnos esa manta que nos guiña el ojo desde hace días. Podemos aprovechar para visitar museos, templos o simplemente sentarnos en una plaza y ver pasar la vida cusqueña. Este día es para saborear lo vivido, para conectar con lo cotidiano y darnos cuenta de que no queremos que este viaje se acabe. Cusco se ha ganado un trocito de alma, y despedirse no será fácil.

Atardecer desde el asiento del avión

Llega el momento de las despedidas. Tomamos el vuelo de regreso a Lima y luego rumbo a casa. El equipaje es más pesado, pero no por lo material… sino por todos los recuerdos, aprendizajes y vivencias que nos llevamos. Perú se queda dentro.

Avión aterrizando en pista de aterrizaje

Aterrizamos con jet lag, sí… pero también con historias que contar, fotos que enseñarle a medio mundo y una certeza clara: este viaje ha sido una aventura brutal.

Fin de nuestros servicios. El orden del itinerario puede verse alterado por motivos organizativos, intentando mantener en la medida de lo posible todas las visitas indicadas o similares

mapa

Precio

incluido En el precio

  • Billete de avión ida y vuelta de Madrid a Lima con tasas incluidas. (Si quieres partir de otra ciudad, consúltanos y veremos cómo hacerlo posible)

  • 1 vuelo interno de Cuzco a Lima

  • 12 noches de alojamiento en habitaciones dobles o triples

  • 1 noche en bus nocturno de Nazca a Arequipa

  • Todos los desayunos incluidos

  • Acompañamiento y asistencia de tu Tropicoordi

  • Traslado los días de comienzo y fin de viaje entre el aeropuerto y el alojamiento

  • Transporte con conductor en los traslados principales

  • Tren de Ollantaytambo a Aguas Calientes y de regreso a Cuzco

  • Tour barca islas Ballestas, Boogies y sandboard en Huacachina, sobrevuelo líneas Nazca, tour de día Cañón del Colca, entrada a las termas en Chivay, paseo en barco por el lago Titicaca, tour a la montaña 7 colores, entrada a Machu Picchu con guía (Circuito 3, sujeto a disponibilidad al momento de realizar el segundo pago)

  • Seguro básico de viaje

  • Compensación de 1,71 toneladas de CO2 por persona en proyectos medioambientales como reforestación de bosques.

  • Regalo Tropiquea

  • Asesoramiento desde Tropiquea durante todo el proceso

No incluido en el precio

  • Comidas y bebidas no especificadas en "incluido en el precio"

  • Pequeños trayectos en bus, taxis, etc...dentro de los pueblos o ciudades

  • Cualquier otro servicio no indicado en "incluido en el precio"

NOTAS

  • Precio de habitación individual: +340€. Este precio está sujeto a disponibilidad en el momento de la confirmación del viaje. Te recomendamos reservar lo antes posible para garantizar tu habitación individual. (En caso de que en alguno de los alojamientos no sea posible asignar habitación individual para alguna noche concreta, se avisará con antelación a la salida del viaje. Esta circunstancia no será motivo de cancelación del viaje, y se reembolsará la parte proporcional correspondiente a esa noche en habitación doble compartida).

  • En el caso excepcional de que algún alojamiento no ofrezca servicio de desayuno, lo incluiremos con un importe por persona para que puedas gastarlo en la opción que prefieras.

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20 julio al 3 de agosto

Plazas Disponibles

3620 €

17 Agosto al 31 de agosto

Pocas plazas disponibles

3620 €

30 Noviembre al 14 de Diciembre

Plazas Disponibles

2990 €

otras rutas por PERÚ

11 OCT

Viaje a Perú

del Amazonas al Valle

Plazas Disponibles

3.420 €

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Vuelos incluidos

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FAQS

¡Claro que no! Viajar solo es una aventura en sí misma, y no serás el único. La mayoría de nuestros viajeros son independientes como tú, así que no te faltará compañía para compartir historias y risas. Tendrás toda la libertad que buscas, sumada a la tranquilidad de estar en un grupo pequeño que pronto se sentirá como una familia viajera.

A la hora de hacer la reserva tendrás que abonar tan solo 100€, los cuales se restarán del precio del viaje total. Estos 100€ son reembolsables hasta la confirmación de la salida del viaje 

Una vez te confirmemos la salida del viaje tendrás que abonar el 60% y posteriormente, un mes antes de la salida, el resto.

Nos gusta lo bueno en dosis pequeñas, así que nuestros grupos son reducidos. Esto significa que tendrás espacio para moverte con libertad, conectar con el entorno, y vivir una experiencia más auténtica. ¡Nada de multitudes! Como máximo seremos 12 aventureros, porque menos es más

No se trata tanto de tener una forma física excepcional, sino de saber adaptarse al ritmo del viaje. Con una forma física normal podrás hacer todo lo que proponemos sin problema, y si algún día prefieres descansar o saltarte alguna actividad, ¡no pasa nada! Aquí se viaja a tu manera, siempre con buena onda.

El Tropicoordi es tu brújula humana, ese viajero experto que te acompaña durante todo el recorrido. Su misión es hacerte la vida más fácil: coordina al grupo, organiza la logística y se encarga de esas negociaciones clave con recepcionistas, tuk-tuks y cualquier imprevisto que surja. Aunque no haya estado antes en el destino, se lo estudia a fondo para que nada quede al azar y adapta la ruta al grupo como si fuera un experto local. Además, es el alma del equipo: ayuda a integrar al grupo y a que vivas un viaje auténtico y sin estrés.

En Tropiquea, sabemos que descansar bien es clave para disfrutar al máximo de la aventura, por eso cuidamos cada detalle de los alojamientos. Nos encanta que vivas la auténtica experiencia local, pero sin renunciar a la comodidad y la limpieza que necesitas para reponer energías. No nos van las grandes cadenas turísticas, preferimos ofrecerte algo más auténtico: acogedoras casas en el corazón de la ciudad, alojamientos locales con encanto o eco-lodges en plena naturaleza. Todo pensado para que descanses bien y vivas el destino como un verdadero local. ¡Tu comodidad también es parte de la aventura!  Te mandaremos los detalles de los alojamientos aproximadamente 15 días antes de tu salida, pero lo que podemos garantizar es que serán perfectos para disfrutar de tu experiencia y conectar con el destino. ¡Prepárate para ser sorprendido!

En Tropiquea, no nos gusta apilarnos todos en una misma habitación ya que valoramos el buen descanso. Lo habitual es que compartas en habitaciones dobles o como mucho triples con compañeros del mismo sexo. En algunas ocasiones, podrías compartir con más personas, pero son experiencias auténticas como una jaima en el desierto que no podrías vivir de otro modo. En general, las habitaciones tienen baño privado para la habitación. Si nos alojamos en casas particulares, podrías compartir con tan solo otra habitación más el baño, pero siempre será dentro de nuestro propio grupo. En cada destino podrás ver toda esta información en detalle.

El precio del viaje incluye un seguro de asistencia en destino, que cubre posibles contratiempos que puedan surgir durante el viaje. También ofrecemos un seguro de cancelación del viaje que puedes contratar en el momento de la reserva o de la confirmación del viaje. En este enlace puedes encontrar toda la información del seguro básico.

¡Sí, te lo recomendamos mucho! Además de ampliar las coberturas sanitarias del seguro básico incluido, el seguro de cancelación te da una capa extra de tranquilidad. Una vez confirmado el grupo, reservamos vuelos y otros servicios del viaje, lo que hace que no podamos reembolsar el total si decides cancelar. Con el seguro, podrás estar más relajado, sabiendo que cualquier imprevisto cubierto por el seguro te hará no tener que preocuparte por las condiciones de cancelación. Puedes encontrar los términos y condiciones pinchando aquí

Un mes antes de la salida, abrimos el grupo de WhatsApp con el Tropicoordi para que todos podamos ir conociéndonos, resolver dudas, compartir expectativas y, por supuesto, ¡empezar a sentir la emoción del viaje! Es el espacio perfecto para preparar todo, hacer preguntas y ponernos al día sobre los últimos detalles.

¡Claro que no! Viajar solo es una aventura en sí misma, y no serás el único. La mayoría de nuestros viajeros son independientes como tú, así que no te faltará compañía para compartir historias y risas. Tendrás toda la libertad que buscas, sumada a la tranquilidad de estar en un grupo pequeño que pronto se sentirá como una familia viajera.

Perú aventura Inca – 20 julio (verano)

Pagar una reserva de 100  por artículo

*Puedes pagar la reserva de 100€ o pagar la cantidad total del viaje. 

*En el checkout podrás elegir las opciones de los seguros y la habitación.

Perú aventura Inca – 17 agosto (verano)

Pagar una reserva de 100  por artículo

*Puedes pagar la reserva de 100€ o pagar la cantidad total del viaje. 

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Perú aventura Inca – 30 noviembre (invierno)

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