16 días / 15 noches

Plazas disponibles

Desde 4.270€ (Según fecha)

Este viaje nos lleva a descubrir el alma de Japón en una ruta completísima entre modernidad y tradición. Desde el bullicio brillante de Tokio hasta la paz milenaria de Kioto, pasando por la ruta de montaña de Nakasendo, los paisajes costeros de Ise, los templos ocultos de Koyasan, las ciudades vibrantes como Osaka o Hiroshima y la belleza natural de Hakone. Con trenes bala, baños termales, bosques de bambú, torii flotantes y la posibilidad de ver el monte Fuji, esta aventura en grupo está pensada para empaparse de cultura japonesa. 

Highlights

entre Magome y Tsumago

Recorremos un antiguo sendero de postal entre aldeas tradicionales rodeadas de montañas, bosques de cedros y casas de madera. Un salto al Japón del periodo Edo, lleno de paz y nostalgia.

Kioto, templos, geishas y bambú

Exploramos la esencia más pura de Japón: el bosque de bambú de Arashiyama, los templos dorados, los torii infinitos de Fushimi Inari y las callejuelas de Gion, donde aún pasean las geishas.

Miyajima y el Gran Torii flotante

Una de las postales más icónicas de Japón: el santuario de Itsukushima, con su enorme puerta torii "flotando" sobre el mar. Un lugar sagrado que parece suspendido en el tiempo.

Hakone y vistas al Monte Fuji

Entre lagos, valles volcánicos y trenes de montaña, cerramos el viaje con un día mágico en la naturaleza. Si el tiempo lo permite, el monte Fuji se asoma en el horizonte como broche final.

Itinerario

Día 1 rumbo a japón

Comenzamos una de esas aventuras que no se olvidan. Nos encontramos en el aeropuerto, con mochilas, ilusión y una buena dosis de curiosidad en la maleta. El vuelo a Japón es largo, sí, pero entre pelis, risas y cabezadas, cruzamos medio mundo para aterrizar en un país que parece de otro planeta. Dormimos en el avión, soñando con lo que nos espera. ¡Japón, allá vamos!

Aterrizamos en Tokio, una de las ciudades más fascinantes del planeta. Después de pasar inmigración (y flipar con la eficacia japonesa), nos dirigimos al alojamiento para dejar el equipaje y sacudirnos el jet lag. Tokio es una ciudad que no se entiende, se vive: es una mezcla alucinante de tradición y futurismo, de santuarios en silencio entre rascacielos que brillan como Blade Runner. Dependiendo de la hora de llegada, podremos dar una vuelta por los alrededores, descubrir alguna izakaya (taberna japonesa) y probar nuestros primeros platos nipones: sushi, yakitori o lo que se nos cruce. Esta noche dormimos en una de las ciudades más vibrantes del mundo… y esto no ha hecho más que empezar..

Empezamos el día en uno de los barrios más vibrantes y extravagantes de Tokio: Harajuku. Aquí, la calle Takeshita se convierte en una explosión de colores, moda adolescente imposible, tiendas de disfraces, crepes arcoíris y cultura pop japonesa en estado puro. Muy cerca, entramos en el parque Yoyogi, un oasis urbano donde la gente practica tai chi, ensaya coreografías o simplemente descansa bajo los árboles. En un rincón del parque se esconde el santuario Meiji, uno de los más importantes de la ciudad, rodeado de un bosque tan denso que parece que estuviéramos en otra dimensión. Después del verde, llegamos a Shibuya, donde el famoso cruce peatonal nos espera con su oleada de gente en todas direcciones. Justo al lado está la estatua de Hachikō, el perro más fiel de Japón, y también uno de los puntos de encuentro más famosos del país.

Por la tarde, nos subimos a uno de los trenes más rápidos del mundo: el shinkansen. En unas pocas horas llegamos a Nagoya, una ciudad moderna y muy local, perfecta para explorar rincones auténticos de la cultura japonesa menos turística.

Dejamos la ciudad para viajar en el tiempo. Nos adentramos en el valle de Kiso para recorrer uno de los tramos más bonitos del antiguo camino Nakasendo, que en la era Edo conectaba Tokio con Kioto. Caminamos entre Magome y Tsumago, dos pueblos tradicionales de montaña perfectamente conservados, con casitas de madera, faroles encendidos y el sonido del agua corriendo entre las piedras. El sendero, de unos 8 km de largo, nos lleva por un recorrido lleno de naturaleza, bosques de cedros, pequeños puentes de madera, y tranquilos arroyos que parecen sacados de una pintura japonesa. Un camino ideal para sumergirse en la calma y belleza que define esta región del país. Es como entrar en una postal del Japón rural de hace siglos.

Al llegar a Tsumago, nos encontramos con un ambiente aún más auténtico que Magome. El pueblo parece detenido en el tiempo, sin ninguna señal de modernidad que rompa el hechizo. Aquí, podremos encontrar pequeños cafés que sirven té verde y mochi casero, que son la merienda perfecta tras haber realizado el camino.

Arrancamos rumbo a una de las zonas más espirituales y auténticas del país: el área de Ise, al sur de Nagoya. Nos adentramos en la historia y la espiritualidad japonesa visitando el Santuario de Ise, el más sagrado del sintoísmo en todo Japón. Este santuario es inmenso y está rodeado por un bosque milenario, donde se respira una paz sobrecogedora. El silencio entre los árboles, el sonido del agua y la arquitectura sobria de los templos hacen que este lugar se sienta casi mágico. 

Después de empaparnos de esta energía, continuamos hasta la costa, en dirección a Toba, un encantador pueblo marinero famoso por sus paisajes costeros, perlas y buceadoras Ama, las legendarias mujeres que se sumergen a pulmón para recolectar mariscos y ostras. Si el tiempo lo permite, podremos probar uno de los menús frescos de la zona, con sashimi y pescados recién salidos del mar. Nos alojamos en la costa, cerca del mar, con el olor a sal y la sensación de haber descubierto uno de esos rincones que no todos los viajeros alcanzan.

Nos espera una de las etapas más especiales de toda la ruta: la región de Kumano, un lugar sagrado desde hace siglos. Iniciamos el día saliendo de Toba y atravesando paisajes verdes, montañas cubiertas de niebla y pueblos donde el tiempo parece haberse detenido. Nuestra ruta nos lleva por parte del mítico Kumano Kodo, uno de los caminos de peregrinación más antiguos del mundo y Patrimonio de la Humanidad. Visitamos algunos de los lugares clave del llamado “triángulo sagrado de Kumano”, como el gran santuario Kumano Nachi Taisha y la espectacular cascada Nachi no Taki, de 133m, que cae con una fuerza hipnótica entre el bosque. La imagen del santuario rojo con la cascada al fondo es una de las más icónicas de Japón.

Tras esta dosis de naturaleza, cultura y espiritualidad, seguimos hasta Katsuura, un pequeño pueblo pesquero con encanto, famoso por su puerto de atún. Aquí nos espera una noche especial: dormimos en un ryokan y si el alojamiento tiene onsen, podremos relajarnos en sus baños termales mientras contemplamos el mar o las montañas. 

Pasamos de la costa a las montañas sagradas del Monte Koya (Koyasan), uno de los lugares más místicos de Japón. Por la mañana dejamos Katsuura y subimos hacia esta meseta escondida entre pinos y neblinas, donde desde hace más de mil años viven comunidades de monjes budistas. Koyasan es la cuna del budismo Shingon y uno de los destinos más espirituales del país. Visitamos el templo Kongobu-ji, paseamos entre cementerios cubiertos de musgo como el de Okunoin —con más de 200.000 tumbas y una atmósfera mágica— y descubrimos rituales ancestrales que siguen vivos.

Es uno de esos lugares donde el silencio tiene sonido. Por la tarde continuamos hacia Osaka, una de las ciudades más vibrantes, caóticas y divertidas del país. Al llegar, el contraste es brutal: luces, carteles, neones, callejones llenos de puestos de comida y un ambiente callejero que no duerme nunca. Dormimos en Osaka, con la sensación de haber viajado por varios siglos en un solo día.

Nos escapamos de la ciudad para hacer una excursión muy especial: nos vamos a Nara, la primera capital imperial de Japón y uno de los lugares más emblemáticos del país. Nada más llegar, nos esperan sus famosos habitantes: ¡los ciervos sika! Deambulan libremente por los parques y templos, acercándose a los visitantes con aire curioso y, muchas veces, con bastante hambre. 

Nos adentramos en el Parque de Nara, un espacio enorme y verde donde se respira tranquilidad. Visitamos el Templo Todai-ji, uno de los edificios de madera más grandes del mundo, que alberga un Buda de bronce gigantesco. La energía de este lugar es impresionante, una mezcla de historia, espiritualidad y belleza natural. Regresamos a Osaka por la tarde. De nuevo en la ciudad, nos lanzamos a explorar Dotonbori, el corazón más callejero y divertido de Osaka. Aquí todo brilla: carteles gigantescos, animaciones, luces de colores… y olor a takoyaki (bolitas de pulpo) por todos lados. 

Cogemos el tren bala hacia Hiroshima, símbolo de la resiliencia y la paz. Al llegar, visitamos el Parque Memorial de la Paz, donde se encuentra la famosa Cúpula de la Bomba Atómica, el museo conmemorativo y el cenotafio dedicado a las víctimas del 6 de agosto de 1945. Es un lugar duro, pero absolutamente necesario para entender la historia contemporánea de Japón y su compromiso con la paz.

Después nos dirigimos en ferry a Miyajima, una de las islas más bonitas de Japón. Aquí nos espera una de las imágenes más icónicas del país: el torii flotante del santuario Itsukushima, que parece emerger del mar cuando la marea está alta. Descubrimos templos en la ladera de la montaña, pequeños cafés y tiendas artesanales, y si el tiempo lo permite, subimos a algún mirador para ver el paisaje desde las alturas. Por la tarde, regresamos  a Osaka. 

Dejamos atrás Osaka y ponemos rumbo a Kioto, antigua capital imperial de Japón y una de las ciudades más bellas y elegantes del país. El viaje en tren es cortito, así que pronto estaremos paseando por callejuelas de piedra donde parece haberse detenido el tiempo. Kioto es la ciudad de los templos, los jardines zen, las geishas que se deslizan por Gion y las casas de té que huelen a madera antigua.

Empezamos a explorar algunos rincones mágicos de la ciudad. Quizás nos acerquemos al Kiyomizudera, un impresionante templo colgado sobre una colina con vistas espectaculares. O quizás paseamos por el barrio de Gion, el más tradicional y refinado de Kioto, donde todavía se pueden ver maikos (aprendices de geisha) caminando entre farolillos de papel.

La atmósfera aquí es única: todo tiene un ritmo más lento, más delicado. Es como entrar en una película de Miyazaki. Por la noche, podemos cenar en alguna taberna escondida, probar platos típicos de la región como el yudofu (tofu caliente) o simplemente dejarnos llevar por el encanto nocturno de esta ciudad milenaria.

Kioto se luce con todo su esplendor. Empezamos la mañana con un paseo por el bosque de bambú de Arashiyama, un lugar que parece de otro mundo. Los altísimos tallos verdes se mecen con el viento y filtran la luz del sol de una forma mágica. Es imposible no sentirse pequeñito y conectado con la naturaleza aquí. En los alrededores hay templos encantadores como el Tenryu-ji, jardines japoneses impecables y hasta un pequeño tren panorámico que bordea el río.

Después, seguimos explorando la ciudad. Podemos visitar el Pabellón Dorado (Kinkaku-ji), un templo cubierto en pan de oro que se refleja sobre un estanque tranquilo, creando una de las postales más conocidas de Japón. También tenemos el Fushimi Inari Taisha, con sus miles de torii rojos alineados en un sendero que sube por la colina. Es un lugar sagrado, pero también tremendamente fotogénico.

Por la tarde, volvemos al centro y nos dejamos perder por Higashiyama y Gion, las zonas más tradicionales. Calles adoquinadas, faroles colgando, casas de madera y pequeñas tiendecitas de dulces artesanales. Si hay suerte, puede que veamos a alguna geisha cruzando una esquina con paso delicado y mirada baja. 

Tras una última mañana libre en Kioto para dar un paseo tranquilo, tomar un té matcha o comprar algún souvenir bonito, ponemos rumbo de nuevo a Tokio. Cambiamos el aura zen de Kioto por la hiperactividad brillante de Tokio. Al llegar, tenemos tiempo para salir a explorar algún barrio nuevo: Shinjuku, uno de los barrios más alucinantes de la ciudad. Aquí, los rascacielos se mezclan con callejones estrechos llenos de farolillos, neones y humo de yakitoris recién hechos. Entramos en Omoide Yokocho, una pequeña calle con izakayas donde caben solo cinco o seis personas, todo en miniatura y con sabor a Japón profundo. Luego, si aún hay energía, nos adentramos en Golden Gai, una red de callejuelas con bares diminutos, cada uno con su propia estética y clientela. Es como un universo paralelo dentro de la ciudad. 

La noche en Tokio es una aventura en sí misma. Se puede cenar en una barra de sushi minimalista, o incluso meterse en un arcade japonés para jugar al Taiko no Tatsujin (sí, los tambores). Tokio es infinita, caótica y cautivadora.

Hacemos una escapada desde Tokio que nos lleva a Kamakura, una ciudad costera con aire relajado, templos preciosos y uno de los iconos más famosos del país: el Gran Buda (Daibutsu), una estatua de bronce de más de 13 metros de altura que ha resistido siglos, tifones y terremotos. Sentado con expresión serena, impone y calma a partes iguales.

Pero Kamakura es mucho más que su Buda. Podemos pasear por la calle Komachi-dori, repleta de puestecitos, dulces de arroz, helados de té verde, cerámica artesanal y cafés con encanto. También están el Santuario Tsurugaoka Hachimangu, enclavado en la colina con su escalinata imponente, y el templo Hase-dera, que guarda una de las estatuas de Kannon más bellas de Japón y ofrece vistas increíbles del océano.

Día para seguir descubriendo Tokio a fondo, porque esta ciudad tiene infinitas caras y cada una merece su momento. Empezamos en Asakusa, el barrio más tradicional, donde se alza el majestuoso templo Senso-ji. Caminamos por la calle Nakamise llena de tiendas de dulces típicos, abanicos, yukatas y souvenirs que parecen sacados de otro siglo. El ambiente es sagrado pero animado, como todo en Japón. Desde aquí, subimos a lo más alto de la ciudad: la imponente Tokyo Skytree. Si el día está despejado, las vistas son impresionantes, y si tenemos suerte incluso podremos ver el monte Fuji recortado en el horizonte.

Después, nos dirigimos a Akihabara, el paraíso geek por excelencia. Aquí todo gira en torno al anime, los videojuegos y la electrónica. Hay tiendas de manga de varios pisos, cafeterías temáticas donde las camareras van disfrazadas de personajes de anime, y centros comerciales repletos de gadgets tecnológicos que ni sabías que existían. Aunque no seas fan de este mundo, pasear por aquí es una experiencia que te deja sin palabras.

Cada rincón de Tokio nos ofrece una postal distinta, y hoy lo comprobamos en tres de sus caras más marcadas: lo tradicional, lo moderno y lo excéntrico. Tokio, qué locura tan adictiva.

Vamos a Hakone, una región montañosa a poca distancia de Tokio, famosa por sus paisajes, aguas termales (onsen) y vistas al monte Fuji.

Podemos llegar en tren y hacer una ruta circular que combina distintos transportes súper pintorescos: un teleférico que sobrevuela el valle volcánico de Owakudani (¡con sus huevos negros cocidos en azufre!), y hasta un barco estilo pirata que cruza el lago Ashi, con suerte regalándonos una postal perfecta del Fuji al fondo.

Además, Hakone está lleno de museos de arte al aire libre, baños termales y cafés con vistas. Si nos apetece mimarnos, es el lugar ideal para darnos un baño en un onsen tradicional y relajar el cuerpo tras dos semanas intensas de aventura. Ya al final del día, volvemos a Tokio para nuestra última noche en Japón. Toca hacer el equipaje, suspiro profundo y esa mezcla de nostalgia y plenitud.

Después de tantas ciudades, trenes, templos, onsen, bosques, neones, tazones de ramen y momentos inolvidables, hoy decimos sayonara a Japón. Cogemos el vuelo de vuelta con la cámara llena, la maleta desbordada de recuerdos y el corazón latiendo más despacio.

Fin de nuestros servicios. El orden del itinerario puede verse alterado por motivos organizativos, intentando mantener en la medida de lo posible todas las visitas indicadas o similares

mapa

Precio

incluido En el precio

  • Billete de avión ida y vuelta de Madrid a Tokio con tasas incluidas. (Si quieres partir de otra ciudad, consúltanos y veremos cómo hacerlo posible)

  • 13 noches de alojamiento en habitaciones dobles o triples.

  • 1 noche en ryokan

  • Todos los desayunos incluidos

  • Acompañamiento y asistencia de tu Tropicoordi

  • Traslado los días de comienzo y fin de viaje entre el aeropuerto y el alojamiento

  • Todos los trenes mencionados en el programa

  • Transporte con conductor en los traslados principales.

  • Entradas a todos los templos mencionados en el programa, paseo en barco estilo pirata por el lago Ashi, subida a la tokyo skytree, Santuario Itsukushima en Miyajima y ferry y alquiler kimono en Kioto.

  • Seguro básico de viaje

  • Compensación de 1,93 toneladas de CO2 por persona en proyectos medioambientales como reforestación de bosques.

  • Regalo Tropiquea

  • Asesoramiento desde Tropiquea durante todo el proceso

No incluido en el precio

  • Comidas y bebidas no especificadas en "incluido en el precio"

  • Pequeños trayectos en bus, metro, taxis, etc...dentro de los pueblos o ciudades

  • Cualquier otro servicio no indicado en "incluido en el precio"

NOTAS

  • Precio de habitación individual: +840€. Este precio está sujeto a disponibilidad en el momento de la confirmación del viaje. Asegúrate de reservar lo antes posible para garantizar la disponibilidad de tu habitación individual.

  • En el caso excepcional de que algún alojamiento no ofrezca servicio de desayuno, lo incluiremos con un importe por persona para que puedas gastarlo en la opción que prefieras.

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7 agosto al 22 de agosto

Plazas Disponibles

4.290 €

18 octubre al 2 de noviembre

Plazas Disponibles

3.890 €

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FAQS

¡Claro que no! Viajar solo es una aventura en sí misma, y no serás el único. La mayoría de nuestros viajeros son independientes como tú, así que no te faltará compañía para compartir historias y risas. Tendrás toda la libertad que buscas, sumada a la tranquilidad de estar en un grupo pequeño que pronto se sentirá como una familia viajera.

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No se trata tanto de tener una forma física excepcional, sino de saber adaptarse al ritmo del viaje. Con una forma física normal podrás hacer todo lo que proponemos sin problema, y si algún día prefieres descansar o saltarte alguna actividad, ¡no pasa nada! Aquí se viaja a tu manera, siempre con buena onda.

El Tropicoordi es tu brújula humana, ese viajero experto que te acompaña durante todo el recorrido. Su misión es hacerte la vida más fácil: coordina al grupo, organiza la logística y se encarga de esas negociaciones clave con recepcionistas, tuk-tuks y cualquier imprevisto que surja. Aunque no haya estado antes en el destino, se lo estudia a fondo para que nada quede al azar y adapta la ruta al grupo como si fuera un experto local. Además, es el alma del equipo: ayuda a integrar al grupo y a que vivas un viaje auténtico y sin estrés.

En Tropiquea, sabemos que descansar bien es clave para disfrutar al máximo de la aventura, por eso cuidamos cada detalle de los alojamientos. Nos encanta que vivas la auténtica experiencia local, pero sin renunciar a la comodidad y la limpieza que necesitas para reponer energías. No nos van las grandes cadenas turísticas, preferimos ofrecerte algo más auténtico: acogedoras casas en el corazón de la ciudad, alojamientos locales con encanto o eco-lodges en plena naturaleza. Todo pensado para que descanses bien y vivas el destino como un verdadero local. ¡Tu comodidad también es parte de la aventura!  Te mandaremos los detalles de los alojamientos aproximadamente 15 días antes de tu salida, pero lo que podemos garantizar es que serán perfectos para disfrutar de tu experiencia y conectar con el destino. ¡Prepárate para ser sorprendido!

En Tropiquea, no nos gusta apilarnos todos en una misma habitación ya que valoramos el buen descanso. Lo habitual es que compartas en habitaciones dobles o como mucho triples con compañeros del mismo sexo. En algunas ocasiones, podrías compartir con más personas, pero son experiencias auténticas como una jaima en el desierto que no podrías vivir de otro modo. En general, las habitaciones tienen baño privado para la habitación. Si nos alojamos en casas particulares, podrías compartir con tan solo otra habitación más el baño, pero siempre será dentro de nuestro propio grupo. En cada destino podrás ver toda esta información en detalle.

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Japón la tierra del sol naciente – 7 agosto (verano)

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*Puedes pagar la reserva de 100€ o pagar la cantidad total del viaje. 

*En el checkout podrás elegir las opciones de los seguros y la habitación.

Japón la tierra del sol naciente – 18 octubre

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