México, el día de muertos
Este viaje nos lleva al corazón de la celebración más emblemática de México: el Día de Muertos. Desde la mística bruma del Lago de Pátzcuaro hasta las coloridas calles de San Miguel de Allende, cada destino nos sumerge en la cultura y las tradiciones ancestrales del país. Recorreremos mercados llenos de pan de muerto y artesanías, presenciaremos altares vibrantes de cempasúchil y seremos testigos de rituales nocturnos en cementerios iluminados con miles de velas. Además, exploraremos ciudades coloniales como Morelia, Guanajuato y Querétaro, y terminaremos la aventura en la vibrante Ciudad de México, con su historia, arte y vida cultural única.
Highlights
Noche de muertos en Guanajuato
Teotihuacán
San Miguel de Allende
Ciudad de México
Itinerario
Día 1: Llegada a Ciudad de México

Bienvenidos a la capital vibrante y caótica de México. Apenas pongas un pie en la ciudad, el aire se siente diferente: una mezcla de historia, tradición y modernidad. Según la hora de llegada, podemos aprovechar para pasear por el Centro Histórico, admirar la imponente Catedral Metropolitana y perdernos en la majestuosidad del Palacio de Bellas Artes
Día 2: Morelia

Ponemos rumbo a Morelia, la joya colonial de Michoacán, donde cada calle empedrada y cada edificio de cantera rosa cuentan historias de siglos pasados. Al llegar, la ciudad nos recibe con su aire señorial, su catedral imponente y la calidez de sus habitantes, que ya están inmersos en los preparativos para una de las festividades más importantes del año.
A solo unos pasos de la Plaza de Armas, los mercados empiezan a llenarse de color y aromas inconfundibles. Pan de muerto recién horneado, con su característico sabor a azahar y espolvoreado con azúcar, se apila en los puestos junto a calaveritas de chocolate y amaranto. Los artesanos purépechas, herederos de una tradición milenaria, exhiben sus creaciones: máscaras de madera tallada, catrinas de cerámica pintadas a mano y velas decoradas con cempasúchil.
Pero el verdadero corazón de esta celebración late en los pueblos alrededor del Lago de Pátzcuaro, nuestro siguiente destino. Allí, las familias ya están preparando las ofrendas para sus difuntos.
Día 3: Pátzcuaro

A partir de aquí, nos sumergimos de lleno en la esencia del Día de Muertos en Michoacán. Nos acercamos a un paisaje que parece sacado de un sueño: el Lago de Pátzcuaro, las primeras embarcaciones cruzan sus aguas tranquilas rumbo a la isla de Janitzio.
Pátzcuaro, un pueblo lleno de historia y tradición. En la Plaza Vasco de Quiroga, rodeada de casonas coloniales con balcones de madera, los artesanos exhiben su talento en el Mercado de Artesanías. Aquí, las icónicas catrinas de barro pintadas a mano, las máscaras de danzantes y los tapetes florales se convierten en verdaderas obras de arte. A cada paso, el aroma a canela y chocolate caliente nos tienta a hacer una pausa y disfrutar de un pan de muerto recién horneado.
Más tarde, nos dirigimos a Tzintzuntzan, el antiguo corazón del imperio purépecha. Sus calles empedradas nos conducen al panteón, donde la tradición cobra vida al caer la tarde. La atmósfera es mágica, casi sobrenatural, y nos recuerda la belleza de esta conexión entre la vida y la muerte.
Día 4: Jaracuaro

Hoy es el momento ideal para explorar con calma los alrededores del lago, adentrándonos en pequeñas comunidades donde el Día de Muertos se vive de manera más íntima y menos turística.
Uno de estos lugares es Jarácuaro, una pequeña isla en el Lago de Pátzcuaro, hogar de una comunidad purépecha con profundas raíces en la tradición. Aquí, la celebración conserva un carácter más familiar y auténtico. En las calles, los niños corretean con caritas pintadas de calaveritas mientras los mayores terminan de montar las ofrendas en los altares de sus casas. Cada detalle está impregnado de simbolismo: las velas marcan el camino de las almas, el copal purifica el ambiente y los platillos típicos son una invitación para los difuntos.
Al caer la tarde, el frío comienza a sentirse, y es el momento perfecto para probar algunos antojitos michoacanos: uchepos, corundas cubiertas de crema y queso, y un espeso atole que reconforta hasta el alma.
Día 5: rumbo a Guanajuato

Es hora de despedirse de Michoacán y emprender camino hacia Guanajuato, una ciudad que parece sacada de un cuento. Guanajuato nos recibe con su característico laberinto de callejones, túneles subterráneos y fachadas coloridas que suben y bajan por la colina. En estos días, la ciudad adquiere un aire aún más especial: en cada plaza se alzan altares impresionantes, mostrando un despliegue de creatividad y tradición. El Jardín de la Unión se llena de luces, flores y papel picado, y en la Alhóndiga de Granaditas se organizan eventos que van desde proyecciones hasta narraciones de leyendas.
Cuando cae la noche, los panteones cobran vida. Sí, lo que en otras partes del mundo sería motivo de espanto, aquí es un acto de amor y memoria. Las familias acuden con velas y flores, algunos llevan serenatas, otros simplemente comparten anécdotas entre risas y lágrimas. En Guanajuato, la muerte no es el final, sino una historia que sigue contándose generación tras generación.
Día 6: Guanajuato y ofrendas

El Día de Todos los Santos inicia con una ciudad aún más vibrante. Los altares monumentales instalados en plazas y museos alcanzan su máximo esplendor, cargados de simbolismo: fotografías, veladoras, pan de muerto, calaveritas de azúcar y objetos personales de los difuntos que regresan por unas horas al mundo de los vivos.
Recorrer Guanajuato en este día es descubrir su alma festiva. En las escalinatas de la Universidad, se organizan presentaciones de danza y teatro, mientras que en la Plaza de la Paz, artistas callejeros pintan catrinas en los rostros de quienes quieren sumergirse aún más en la celebración. En el Teatro Juárez, los espectáculos nocturnos mezclan tradición con modernidad, con música en vivo y narraciones de leyendas.
Y aunque el día ha estado lleno de vida, la noche vuelve a llevarnos a los panteones, donde la atmósfera se torna mágica. Aquí, las tumbas no son espacios de olvido, sino lugares de reunión. Entre música de mariachi y el parpadeo de las velas, entendemos por qué esta celebración es una de las más conmovedoras del mundo.
Día 7: San Miguel de Allende

Hoy llegamos a uno de los puntos más esperados del viaje: San Miguel de Allende, una ciudad que parece detenida en el tiempo, con su arquitectura colonial impecable y su aire bohemio. Pero en estos días, San Miguel se transforma en un lienzo vivo, donde la tradición y el arte se fusionan en un espectáculo sin igual.
Desde el primer paso por sus calles adoquinadas, el ambiente nos envuelve: tapetes de aserrín de colores decoran el suelo, formando figuras que honran a la muerte y a los ancestros. Los altares en cada rincón rivalizan en creatividad, mientras las catrinas desfilan con vestidos elegantes y maquillaje impecable, en un tributo a la icónica figura de José Guadalupe Posada. Uno de los momentos más mágicos se da al caer la tarde, cuando la parroquia de San Miguel Arcángel brilla con una iluminación especial, enmarcada por el cielo anaranjado del atardecer.
Día 8: Querétaro

Después de días intensos y llenos de emoción, nos despedimos de San Miguel para seguir hacia Querétaro, una ciudad que, aunque más discreta en su celebración del Día de Muertos, no deja de sorprender con su riqueza histórica.
Su Centro Histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, nos invita a recorrerlo sin prisa. Las iglesias barrocas, los jardines escondidos y los cafés con encanto hacen de Querétaro un destino ideal para bajar el ritmo y absorber todo lo vivido en los últimos días.
El Acueducto de Querétaro, con sus 74 arcos majestuosos, nos da la bienvenida y nos recuerda la grandeza virreinal de la ciudad. En el Jardín Zenea, la vida cotidiana fluye entre músicos, vendedores de globos y familias disfrutando de la tarde. Y para cerrar el día, nada como perderse en el Mercado de la Cruz, donde los aromas de enchiladas queretanas, gorditas de migajas y buñuelos recién hechos nos recuerdan que en México, la gastronomía es también una celebración de la vida.
Día 9: Regreso a Ciudad de México

Volvemos a la colosal Ciudad de México, un lugar donde la historia prehispánica, la herencia colonial y la modernidad coexisten en un caos perfectamente armonioso. Podemos aprovechar para conocer la colonia Roma, un barrio que ha pasado de ser una elegante zona aristocrática a convertirse en el epicentro del arte y la gastronomía alternativa. Pasear por sus calles es un placer, descubriendo rincones llenos de arte urbano, librerías escondidas y mercados gastronómicos. Podemos acercarnos a la vecina colonia Condesa, un barrio donde la modernidad y la naturaleza conviven a la perfección. Aquí, el ritmo es más relajado, con calles arboladas que invitan a perderse sin prisas. El Parque México, con su laguito y su arquitectura art déco, es el punto de encuentro de locales y viajeros.
Si la energía sigue alta, Roma y Condesa ofrecen un sinfín de opciones para un buen cóctel o una cerveza artesanal, en bares con terrazas que permiten disfrutar del aire fresco y el ambiente relajado de la noche chilanga.
Día 10: Ciudad de México

Aprovechamos para conocer su Centro Histórico, el corazón palpitante de la ciudad, dejándose sorprender por la inmensidad del Zócalo, una de las plazas más grandes del mundo, rodeada por edificios monumentales. La Catedral Metropolitana, con su mezcla de estilos barroco y neoclásico, es una joya arquitectónica que vale la pena visitar, sobre todo si subes a su campanario para tener una vista panorámica. Al lado se encuentran los vestigios del Templo Mayor, la principal construcción ceremonial de la antigua Tenochtitlán, la capital azteca sobre la que se construyó la Ciudad de México.
A unos pasos, la Casa de los Azulejos, con su impresionante fachada de cerámica azul y blanca, es un gran lugar para hacer una pausa y tomar un café o un chocolate caliente. Y si el arte llama la atención, el Palacio de Bellas Artes, con su icónica cúpula de azulejos dorados, es una maravilla.
Para cerrar la tarde, nada como perderse por la Alameda Central, el parque más antiguo de América, donde la gente pasea entre fuentes y esculturas mientras la ciudad sigue su incesante ritmo.
Día 11: Teotihuacán

Hoy caminaremos entre los vestigios de una civilización que dominó Mesoamérica mucho antes de los aztecas. Teotihuacán es un lugar que impacta desde el primer instante. La vista desde la entrada ya es sobrecogedora: la Pirámide del Sol, con sus 65 metros de altura, se alza como una montaña sagrada; la Pirámide de la Luna, más pequeña pero igual de majestuosa, parece custodiar la Calzada de los Muertos, la gran avenida que conecta todo el sitio.Recorremos el Templo de Quetzalcóatl, decorado con esculturas de serpientes emplumadas, y los murales de Tepantitla, donde los antiguos teotihuacanos dejaron plasmados sus mitos y su cosmovisión.
Con el cuerpo cansado pero el espíritu vibrando con la historia, volvemos a Ciudad de México para la última noche del viaje.
Día 12: Coyoacán y Xochimilco

Nos sumergimos en dos de los rincones más auténticos de la Ciudad de México, donde el arte, la historia y la tradición se entrelazan en cada calle y cada canal.
Coyoacán es un viaje en el tiempo, un barrio que conserva su esencia colonial con calles empedradas, plazas arboladas y casonas con historias que se remontan a siglos atrás. La primera parada obligada es La Casa Azul, el hogar donde Frida Kahlo nació, vivió y creó algunas de sus obras más emblemáticas. Cada rincón respira su esencia.
Al salir, el corazón de Coyoacán nos espera. La Plaza Hidalgo y el Jardín Centenario son el alma del barrio. Muy cerca, el Mercado de Coyoacán es un festín para los sentidos: tacos de canasta, quesadillas al comal, café de olla y el famoso pan de elote, un imperdible para los amantes de lo dulce.
Por la tarde, cambiamos de escenario y nos dirigimos a Xochimilco, un lugar donde el tiempo parece detenerse. Las trajineras decoradas con colores vibrantes nos esperan para navegar por los canales. Mientras avanzamos, el ambiente se llena de música: mariachis, tríos y bandas norteñas se acercan en pequeñas embarcaciones, listos para tocar la canción perfecta para el momento.
Día 13: vuelo de regreso

Último día en la capital y, si el horario lo permite, antes de ir al aeropuerto podemos dar un paseo para descubrir más rincones de la gran urbe, Y así, con el equipaje lleno de recuerdos y el corazón latiendo al ritmo de México, llega el momento de tomar el vuelo de regreso. Pero si hay algo seguro, es que este país deja una marca imborrable.
Día 14: Llegada a Madrid

Fin del viaje, pero el alma sigue llena de historias, colores y memorias imborrables del Día de Muertos en México.
Fin de nuestros servicios. El orden del itinerario puede verse alterado por motivos organizativos, intentando mantener en la medida de lo posible todas las visitas indicadas o similares.
mapa
Precio
incluido En el precio
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Billete de avión ida y vuelta de Madrid a México con tasas incluidas. (Si quieres partir de otra ciudad, consúltanos y veremos cómo hacerlo posible)
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12 noches de alojamiento en habitaciones dobles o triples
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Todos los desayunos incluidos
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Acompañamiento y asistencia de tu Tropicoordi
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Traslado los días de comienzo y fin de viaje entre el aeropuerto y el alojamiento
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Transporte con conductor en los traslados principales
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Tour a Teotihuacán, paseo en trajineras en xochimilco y entrada museo Frida Kahlo
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Seguro básico de viaje
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Compensación de 1,64 toneladas de CO2 por persona en proyectos medioambientales como reforestación de bosques.
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Regalo Tropiquea
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Asesoramiento desde Tropiquea durante todo el proceso
No incluido en el precio
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Comidas y bebidas no especificadas en "incluido en el precio"
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Trayectos en bus, metro, taxis, etc...dentro de los pueblos o ciudades
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Cualquier otro servicio no indicado en "incluido en el precio"
NOTAS
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Precio de habitación individual: +390€. Este precio está sujeto a disponibilidad en el momento de la confirmación del viaje. Te recomendamos reservar lo antes posible para garantizar tu habitación individual. *En caso de que en alguno de los alojamientos no sea posible asignar habitación individual para alguna noche concreta, se avisará con antelación a la salida del viaje. Esta circunstancia no será motivo de cancelación del viaje, y se reembolsará la parte proporcional correspondiente a esa noche en habitación doble compartida.
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En el caso excepcional de que algún alojamiento no ofrezca servicio de desayuno, lo incluiremos con un importe por persona para que puedas gastarlo en la opción que prefieras.
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27 octubre al 09 de noviembre
- 14 días/13 noches
- 27/10/25
- 09/11/25
- Ciudad de México, Guanajuato, San Miguel de Allende...
Pocas plazas disponibles
2.590 €
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